Es la pregunta que siempre me hago al analizar una Carta natal por astropsicología, para entender las pautas de conducta creadas por procesos traumáticos en la infancia, que descubren tantos comportamientos compulsivos-obsesivos en la vida el adulto.

Mi amiga del alma Carmen Guerrero me dio ayer, en una de sus raras visitas a Barcelona, un ejemplo clarísimo; una de tantas lecciones que me ha regalado desde que nos conocemos, hace ya muchos años.

Me explicó que cuando su hijo Kito contaba solo 2 años la llamaron de la escuela para decirle que no podía ser que su hijo no cogiera bien el lápiz y no paraba quieto en la silla. La reacción de Carmen fue tan sencilla y contundente como su sabiduría innata y adquirida: lo cambio de escuela ipso facto. En el collage, Kito de niño y con su madre de adultos.

Ese niño debió sentir claramente que su madre estaba por él y lo protegía. Claramente; si ninguna duda. Debió sentir que no estaba obligado a complacer a su madre, a hacer las mil piruetas, como hemos tenido que hacer la mayoría, para captar la atención de nuestra madre. Sintió que ya tenía toda y desde el principio. Y lo siguió sintiendo a lo largo de su evolución hacia la edad adulta. Con la aceptación y complicidad de su madre, Kito se ha abierto camino en el mundo para ganarse muy bien la vida en lo que le gusta. En otras palabras, el mundo no ha sido el lugar hostil y terrorífico que ha sido para la mayoría de nosotros y que tanto preocupa hoy a educadores y planes educativos. No debería pre-ocupar tanto y si ocuparse un poco más, pues es muy sencillo. El problema no se genera en la escuela sino totalmente en casa.

Juan Trigo

Octubre 2023